El acuario y los niños



Las mascotas son sin duda unos de los mejores medios para favorecer la buena educación y salud mental de los niños. Aprenden sobre el sentido de protección, a compartir, y tiene numerosos beneficios emocionales, tal como se describe en este artículo del interesante sitio chileno de conciencia animal: http://www.conciencia-animal.cl/paginas/temas/temas.php?d=620

Según el tipo de mascota, los cuidados cambian para cada una, y es sumamente importante tener en cuenta la edad de los niños también. Los niños muy pequeños pueden contraer enfermedades de algunas mascotas, y otras veces el juego del niño pequeño puede hacer que el niño lastime al animal. 

En esta otra nota sobre los beneficios de las mascotas para los niños en términos de su desarrollo se toman en cuenta algunas de las mascotas que deben evitarse. Sin dudas estoy convencido de que un acuario es una muy buena opción para la educación emocional de niños de cualquier edad y de los adolescentes: http://www.childcareaware.org/sp/subscriptions/dailyparent/volume.php?id=56

Los niños pequeños aprenden a fijar su atención y les despierta la curiosidad, al igual que en niños algo mayores, a los que puede enseñárseles cómo alimentarlos y mantenerlos. Con los niños más pequeños deben evitarse acuarios pequeños que puedan mover o voltear, ya que pueden lastimarse y provocar un desastre. En general, cuanto más grande el acuario o pecera, mejor (ver Instalando el acuario).

En adolescentes y niños, el acuario puede servir para que desarrollen compromiso y puedan aprender sobre las rutinas, como por ejemplo las de alimentarlos y realizar su mantenimiento.
Debido a la amplitud que abarca la actividad del acuarismo, desde lo más simple a los más científico, en los adolescentes puede despertar curiosidad e incentivar a la investigación y el entretenimimiento sin tanta pantalla de PC o celular de por medio.

Una de las características más destacadas que encontré en esta afición es que requiere de bastante paciencia, por lo que enseña a controlar la ansiedad, e ncentiva a la observación, involucrando a la persona en la búsqueda de pequeños detalles que a veces son imperceptibles.
Toda mi vida he tenido perro (me encantan los perros) y/o gato, además de los peces. A diferencia de los peces, algo que he notado con este tipo de mascotas es que seguramente a nadie se le ocurriría tener un perro o un gato como elemento decorativo (al menos no a mi). La gata que ahora tenemos en casa es bastante feucha, pero está muy cuidada y la queremos mucho. 

La característica ornamental de un acuario es un adicional que nos dan los peces: siempre van a estar en el mismo lugar de la casa y no tenemos necesidad de llamarlos para que vengan. Es por eso importante que el acuario se encuentre en un lugar de los más utilizados por las personas de la vivienda, donde se vea siempre, lo que va a obligar a mantenerlo saludable, para que su aspecto sea siempre agradable y lo vistoso que debe ser.

De todos modos, siempre que se tenga un acuario con peces, debe prevalecer el sentido de “mascota” sobre “adorno”, ya que se trata de seres vivos a los que se los debe cuidar y proteger. Esto no quita que solo quiera tenerse el acuario solamente como elemento decorativo, lo que no evita la responsabilidad de cuidarlos como cualquier animal merece.

A pesar de que en casa quien se ocupa de los peces soy yo, he notado la atención que le pone mi hija adolescente y sobrinos pequeños cuando vienen de visita. En todo sentido recomiendo el acuario como algo sumamente beneficioso para los niños, pero antes de tomar la decisión, debe tenerse en cuenta la responsabilidad que implica (ver Instalando el acuario).

Un tiempito atrás compré un Beta Splender para mi sobrino Guido, de 16 años. Primero lo tuve yo dos semanas en casa para ver cómo se comportaba y cómo era el mantenimiento. A medida que pasaban los días, crecían mis dudas sobre regalárselo o no.
El beta es anabántido, o pez de laberinto, que respira de la superficie. Es muy bello y apto para principiantes, porque puede estar en lugares reducidos, sin filtros ni aereadores.
Por tal motivo, al ser tan pequeñoe el acuario, resultó que su limpieza me daba más trabajo que el acuario plantado que tengo de 120 litros.
Sin embargo, cuando vino a casa y se lo quiso llevar, hablé mucho con él sobre la responsabilidad que significaba y la cargade mantenimiento que llevaría. Aceptó llevárselo cumpliendo con las condiciones, y hoy me siento felizmente sorprendido de los cuidados que les da. Parece disfrutar de la tarea de cuidarlo, lo cual me hace sumamente feliz. Por tratarse de un Betta macho, le puso de nombre Beto.

Beto, el pez de mi sobrino.

Más allá de los niños, en los adultos el acuario suele causar una cierta fascinación. No me canso de observar el ir y venir de los peces, mirar cómo se entretienen buscando alimento o cuidando su territorio o sus huevos. Y he notado que en general, la gente que habitualmente viene a casa, no puede pasar frente al acuario sin mirarlos al menos un poco.

Mientras tanto, se pueden entrener con estos juegos de peces.


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